viernes, 8 de mayo de 2015

Entrenar la mente para vivir mejor


LA IMPORTANCIA DE LA ORIENTACIÓN


cerebro orientacion



“Cariño, mira tú el mapa, porque yo no me aclaro.” 
“Perdona, mamá, se me ha olvidado tu cumpleaños.” 
“Lo siento, hoy es jueves, no miércoles; su visita con el dentista era ayer.” 




Estas muestras de desorientación de nuestra vida cotidiana reflejan momentos desagradables, en que nos sentimos como auténticos despistados. No hay que asustarse cuando nos ocurra algo así porque es perfectamente normal. La mayoría de las personas se ve de vez en cuando en este tipo de aprietos.

La orientación es la capacidad que tenemos para saber dónde estamos en el espacio (en mi casa leyendo), en el tiempo (es miércoles por la tarde) y en nuestra vida (tengo 43 años, estoy casado,  tengo dos hijos, etc.). Hay personas con una capacidad increíble para recordar un camino largo y complicado tras recorrerlo sólo una vez pero que son incapaces de recordar, por ejemplo, en qué año fueron de vacaciones a Roma. 

Por tanto, vamos a ver cómo se divide esta función intelectual que entendemos como orientación y que resulta tan importante en nuestra vida cotidiana. 


Cuándo, dónde y quién

La orientación se divide, desde un punto de vista neuropsicológico, en orientación temporal, orientación espacial y orientación personal. Es decir, para estar orientados tenemos tres grandes coordenadas: cuándo, dónde y quién.

A pesar de que estamos rodeados de relojes, móviles, agendas electrónicas y calendarios, nos despertamos de vez en cuando y nos cuesta, por ejemplo, saber en qué día de la semana estamos. Es conveniente llevar siempre alguna de estas ayudas para saber con certeza la hora, el día de la semana y el día del mes en el que vivimos. Por otro lado, seguro que conoces a personas muy inteligentes que se pierden cuando tienen que ir, por poner un ejemplo, a un restaurante al que han acudido varias veces. Si es tu caso, lo mejor es que cuando realices un itinerario memorices algunos hitos importantes del camino (un bar, una tienda de ropa que te gusta, etc.) para tener un mapa mental en la cabeza.

Por último, la orientación personal nos permite conocer las coordenadas de nuestra vida. Comprende aspectos relacionados con nuestra biografía, nuestra relación con los demás, etc. ¿Quién no se ha olvidado del cumpleaños de un ser querido?, ¿quién no se ha encontrado a un viejo amigo y ya ha sido incapaz de recordar su nombre? Guardamos tantos datos que es normal que nos confundamos de vez en cuando. Pero hay trucos para recuperar esta información. Si te encuentras a un antiguo compañero de trabajo y no recuerda su nombre, puedes recitar mentalmente los nombres de todos los compañeros del mismo trabajo que recuerdes. De ese modo, activaras el archivo de memoria en el que guardas su nombre. Los ejercicios que proponemos para mejorar la orientación son un método divertido y práctico para andar cada día un poco menos despistados. 



PERCIBIR Y ACTUAR

Quizá no te suenen demasiado las palabras “praxias” y “gnosias”. Se trata de dos de nuestras funciones neuropsicológicas más básicas. La definición de lo que son las praxias es bien sencilla: se trata de las habilidades motoras adquiridas. Ahora seguramente ya te has dado cuenta de la importancia que tienen las praxias en nuestra vida cotidiana, porque comprenden altos tan habituales cómo vestirse, comer, escribir… Acciones que realizamos cientos de veces al día. Por tanto una praxia es un sistema de movimientos coordinados con un objetivo o intención.

Por otra parte, una gnosia es un proceso de reconocimiento a partir de la información proporcionada por los órganos sensoriales. Por ejemplo, cuando estamos viendo la televisión y aparece un deportista o actor famoso, reconocemos quien es por la información que nos llega visualmente. Otro ejemplo: si nos llaman por teléfono, reconocemos a nuestro interlocutor por su voz (gnosia auditiva). 

Por tanto, las gnosia nos permiten percibir la realidad y las praxias nos permiten desenvolver nos en ella. Además, como veremos ahora, tanto las praxiascomo las gnosias están muy relacionadas con otra de las funciones intelectuales más importantes: el lenguaje. 


Praxias finas, contructivas e ideatorias

Realizamos infinidad de movimientos intencionados a lo largo del día. Algunos exigen fuerza, otro requieren habilidad, algunos están muy automatizados y otros implican una planificación consciente. Por este motivo se diferencian tres tipos de praxias. Las “praxias finas” son aquellas que exigen precisión y armonía. Una praxia fina es, por ejemplo, escribir. Aunque te parezca una actividad sencilla, en realidad al realizar la estamos empleando muchas áreas del cerebro, porque es una tarea de un elevado grado de complejidad. Por otro lado las “praxias constructivas” exigen menos precisión que las finas, pero también son tareas complejas. Entre ellas se encuentran actividades como dibujar o hacer un puzle. Y, por último, las “praxias ideatorias” comprenden acciones tan cotidianas como abrir una lata, clavar un clavo o batir un huevo. Se trata de acciones que primero pensamos y que luego llevamos a la práctica. 


En definitiva, las praxias nos permiten coordinar movimientos, por lo que también son determinantes para el habla. Así, cuando mejoramos en nuestras praxias perfeccionamos también nuestra capacidad para comunicarnos. 


Una gnosia por cada sentido

Como ya hemos señalado, las gnosia es el mecanismo que nos permite reconocer estímulos a partir de la información que nos llega de los sentidos. Por tanto, hay cinco tipos de gnosias, una por cada uno de los sentidos. De este modo, reconocemos las caras de nuestros amigos, la voz de un familiar, el tacto de nuestro sofá, el olor de nuestro plato favorito y el sabor de nuestra bebida preferida. Si alguno de estos canales de entrada de la información falla, nuestra comprensión del mundo se ve mermada.

La relación de las gnosias con el lenguaje es muy directa. Aprendemos a hablar gracias a las múltiples informaciones que recibimos desde que nacemos. Para aprender el lenguaje necesitamos que nos estimulen, necesitamos tocar, oler, ver, relacionarnos con la realidad que tenemos que describir con el lenguaje. Los niños necesitan percibir con los sentidos los objetos de su alrededor para conocerlos y aprender sus nombres. Por eso cuando queremos aprender una lengua, lo mejor es que vayamos al país en el que se habla. Podemos intentar aprender la “empollando”, pero es evidente que lo más eficaz es empaparnos de la realidad que ese lenguaje describe. 




EL RUIDO DE FONDO

Estás leyendo el periódico y, de repente, te das cuenta de que no te has enterado de lo que ponía en las últimas líneas. Te está hablando un compañero de trabajo durante varios minutos pero tienes la cabeza en otra parte. Nuestra mente nos suele gastar estas jugarretas. Muchas veces “huimos” de la tarea que estamos haciendo y no nos damos cuenta hasta al cabo de un rato. La atención y la concentración forman la base para que el resto de nuestras funciones mentales trabajen al máximo rendimiento. Por mucha inteligencia numérica que tengamos, por ejemplo, de poco nos servirá si somos incapaces de concentrarnos en una operación.


Imagina que eres muy hábil orientándote en una ciudad desconocida con ayuda de un mapa. Ahora imagina que estás en medio de la calle, cae una tormenta, el tráfico es muy intenso, los claxones no paran de sonar, un motorista te grita porque ibas a cruzar la calle con el semáforo en rojo. El resultado es que no puedes concentrarte, no puedes prestar atención. El ruido de fondo te impide atender y centrarte. Muchas personas tienen dificultades para permanecer inmersas en una tarea. Aparecen ideas, imágenes o recuerdos que interfieren en su actividad, como un “ruido interior” que las distrae. Lo bueno es que con un poco de voluntad y los ejercicios adecuados es fácil “apagar” ese ruido y mejorar así la capacidad de atención y concentración. 


La atención y la concentración

La atención y la concentración no son lo mismo. La atención es la cualidad que nos permite percibir los estímulos que nos interesan de una tarea. Por ejemplo, si ves un partido de fútbol por la televisión, estás atento a las imágenes y sonidos que te llegan de la pantalla y no a si llueve en la calle o a si el perro se está rascando una oreja. Por otra parte, la concentración nos permite estar absortos de una tarea durante un tiempo prolongado y activar todas las habilidades de nuestra mente para ser eficaces al cien por cien. Imagínate esta situación: tengo que redactar un informe urgente e importante en el trabajo; me encierro en el despacho, desconectó el teléfono, pido que no me molesten; necesito concentración; mientras lo escribo me olvido del mundo y mi mente está completamente concentrada en redactar un informe de calidad. ¿Te ocurre eso o te evades a cada momento?.


Hay personas que tienen problemas con los números o que se despistan con facilidad, o bien que tienen dificultades para aprender un idioma. Es fácil caer en la tentación de pensar que no se nos dan bien los números o somos despistados y que no se puede hacer nada para remediarlo. En muchas ocasiones, podemos mejorar claramente la eficacia de nuestras funciones mentales poniendo en forma a la atención y la concentración.






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